Hoy queremos pedir PERDÓN, por haber aceptado en nuestras iglesias
comportamientos que silenciaron a las mujeres y creencias que las
menospreciaron. Perdón, por acoger un discurso confuso de amor y
sometimiento del que deberíamos haber sospechado hace mucho, porque
traiciona el Espíritu y el ejemplo de Jesús.
Quizá sea tarde, quizás no, este es el primer paso en una ruta que
transitaremos para ser comunidades en donde la violencia en contra de la
mujer no es aceptada y nos esforzamos en construir relaciones plenas y
saludables.

25 de noviembre