Alabado seas Señor por la Hermana nuestra Madre Tierra.
San Francisco
Nuestra “ civilización” (occidental y cristiana) ha sido formada en el concepto de que los recursos naturales están ahí para ser usados en nuestro propio beneficio.
“Enseñoreaos” se nos dijo, y nosotros, super-incursos en el pecado del orgullo, nos creímos dueños y señores (literalmente) y, por tanto, con derecho sobre la naturaleza y la vida. Un derecho absoluto que nos permite usar, por tanto, abusar a nuestro antojo, de los bienes naturales.
Más grave aún es que quienes son “dueños” (legitimados por un papel o incluso, a veces, por la fuerza) los usufructúan en su propio beneficio, escudándose en conceptos económicos, políticos y aún religiosos, los que generalmente, se acomodan a sus intereses particulares o sectoriales.
Está escrito (Lev. 25 – 23 ) “…la tierra es mía y ustedes solo están de paso por ella, como huéspedes míos.”
Todos los seres vivientes somos los “tripulantes” de este único “barco” que es la tierra y ninguno de nosotros puede arrogarse el papel de propietario, sino que todos debemos COLABORAR para mantenerlo en buen estado y a flote.
Recién en los últimos años estamos empezando a comprender que los recursos naturales no son inagotables pero si son IMPRESCINDIBLES y sin todos y cada uno de ellos, la vida de la especie humana, la vida de nuestros hijos y nietos, es INVIABLE.
Necesitamos de la tierra, tal como fue creada. Todos conocemos ejemplos de campos arruinados por el mal uso y que ya no dan fruto, de montañas arrasadas por la megaminería que solo deja escombros y aguas contaminadas. Quién no disfruta de un manantial de agua cristalina y quién no se siente asqueado frente a un canal mal oliente en que se ha convertido, por el accionar del hombre, esa misma agua que fuera pura. El aire que respiramos muchas veces está contaminado a tal punto que se hace común ver personas cubriéndose la boca y nariz para no aspirar tantas impurezas. Es que ¿en esta sociedad alocada en que vivimos, no podemos pararnos a reflexionar -aunque sea un poco – en el sentido de todo esto?. También se sabe de casos en los que con mucho trabajo durante mucho tiempo, se han recuperado áreas de bosques o praderas que habían sido desvastadas. Al ser humano le ha sido dada la capacidad para obrar haciendo daño o beneficio.
Hemos sido creados como parte de este mundo natural y nos debemos a esta materia.
La naturaleza FUE antes que los humanos Y LO SERÁ después que hayamos desaparecido.
Dios nos puso como “administradores” del mundo natural, pero para cuidarlo, no para expoliarlo. De ello somos responsables ante ÉL. Tendremos que dar cuenta de lo que hicimos – o dejamos de hacer – con la parte de este tesoro que el Señor nos confió.
Esta es una responsabilidad ineludible, que no siempre tenemos en consideración. Cuando se nos pida un balance de los bienes que nos tocara cuidar, ya será tarde para corregir errores. No podremos ya cubrir los faltantes ni devolver los sobrantes y lo más grave es que recién ahí, descubriremos que lo que me sobró a mi es lo que le faltó a otro hermano.
Jorge Bardiz: Prof. Biología y Geografía. Miembro de Proavis.
Comision Cuencas. Coord. Educ. Forestando. Voluntario CyC